José Trías Monge: ¿Quién fue?
Ana I. Calzada Martínez
Estudiante de Bachillerato, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Como representante de la primera institución universitaria pública de la isla, agradezco la oportunidad de formar parte del Junte de Tres Universidades representando a mi alma mater, la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. En el día de hoy, entre mis compañeros y yo presentamos y homenajeamos a la figura de uno de los padres de la constitución puertorriqueña, quien merece gran admiración, José Trías Monge. Es evidente que su figura es reconocida entre la comunidad jurista y política, no obstante es importante recalcar su importancia en la historia y desarrollo de la isla fuera de estos aspectos. Es decir, como toda figura pública desarrolló una vida tras bastidores, su rol como padre, esposo, artista, educador y servidor público. De todas maneras, se estará discutiendo cada aspecto de su vida que hizo de él una persona de gran importancia en la historia puertorriqueña y que seguirá siendo una muy respetada e imitada a través de los años.
Son muchas las ocasiones que la historia nos sorprende y nos cuenta un cuento de una sola perspectiva. No digo que sea la historia incorrecta, solo que para cada historia hay dos lados de la moneda, ambas se complementan. ¿Qué tal si nos presentaran a quienes ayudaron y fueron responsables parciales de muchos avances que se llevaron a cabo en la historia puertorriqueña? Es inevitable el hecho de saber quienes fueron aquellos que lideraron revoluciones, crearon arte, llevaron a cabo descubrimientos, pero ¿en dónde quedan aquellos que ayudaron en el proceso? Aquellas personas de calibre indudable y que con mucho esfuerzo y dedicación llegaron a revolucionar, desarrollar y hacer progresar cada día a las agencias gubernamentales o privadas, y consigo contribuyeron al bienestar de Puerto Rico.
Como se mencionó anteriormente, en este caso, se estará hablando del prócer José Trías Monge, mejor conocido por sus amigos íntimos como Pepe, quien aproximadamente dos décadas atrás Puerto Rico vio fallecer y perdió a quien por siempre será reconocido como una figura inmortal de una brillante y destacada mente. Hoy día se le rinde homenaje a tan importante personaje, quien se destacó como abogado, profesor, escritor, músico, entre muchas otras cosas. Además de ser una persona reconocida por su desempeño profesional, fue reconocido por sus amigos y colegas como una persona sencilla, brillante, cercana y con alma pura. Desde su vida temprana hasta su retiro siempre mostró ser un personaje honrado y sencillo, dedicado al servicio público. Siempre mostró tener interés en los estudios, política, y ambición en obtener lo imposible. Estas características lo llevaron a ser un abogado de primera clase, educador prestigioso y un amigo muy querido.
No obstante, no nos adelantemos ya que cada historia tiene su comienzo, por lo tanto, comenzamos por su nacimiento, en la calle de la Cruz del Viejo San Juan el 15 de mayo de 1920, pues este año se celebra el centenario de su natalicio. Criado por sus padres en el casco de San Juan, desde temprana edad solía ayudar a su padre en el negocio donde aprendió a trabajar arduamente. En su tiempo de ocio solía jugar con sus amigos y le interesaba mucho la lectura, inclusive en su autobiografía señala que su Tío Arturo tenía una gran biblioteca en su casa en Hato Tejas donde aprovechaba y gozaba de las lecturas que su tío coleccionaba.[1] Fue un niño curioso, con gran interés en aprender. A través de su niñez y juventud llegó a vivir en Nueva York, Estados Unidos, donde afirmó estar muy cómodo y feliz. Luego se casó con Jane Grimes, de Boston, con quien tuvo sus hijos.[2] Nunca llegó a sentir molestia o desagrado contra los americanos, sino contra los puertorriqueños “que se proclamaban americanos 100% y llamaban a Estados Unidos su nación”.[3] Lo cual se entiende, porque como dijo un pensador alguna vez “el que no ama a su patria, no ama a su madre”, ya que niega a la tierra que te vio nacer y sobrevalora aquella con la que no compartes cultura sino un estado político que los adjunta.
Por otro lado, la exposición a la política en su hogar fue una constante. Relata que el discurso familiar siempre fue en base a los ideales políticos de su familia y como estos afectaron de alguna manera el diario vivir en su casa durante su crecimiento.[4] Durante su “niñez y adolescencia fue de primordial simpatía hacia la causa de la independencia y de extrañeza ante el hecho de que hubiese puertorriqueños estadistas”.[5] No obstante, recalca en su escrito que heredó el ideal aliancista, liberal y popular de sus padres, por lo que, en el futuro apoyó el partido popular democrático y trabajó junto a Luis Muñoz Marín, aunque se consideraba independentista. De niño escuchó por primera vez un discurso de Pedro Albizu Campos y se quedó asombrado porque nunca había escuchado nada igual, “con lenguaje tan sencillo, pero cargado de convicción y fuerza”.[6] Estos acontecimientos dieron paso a mayor interés en el área de la oratoria y política, lo cual se puede inferir por sus escritos y desarrollo profesional.
Por lo tanto, no es de extrañarse el hecho de que académicamente fue un joven muy exitoso. Sin embargo, el proceso a ser exitoso no fue simple ya que el no provenía de una familia pudiente, sino de una familia clase media trabajadora, por lo que, todos sus logros fueron las cosechas de su arduo trabajo y desempeño académico. Formó parte de la prestigiosa Escuela Superior Central a partir del 1933, donde tomó la decisión de estudiar abogacía, ya que el estudio de esta carrera le “parecía habilitar a uno para una vida pública de servicio al país o distinción privada, en contacto continuo con los intereses de la cultura”.[7] El año en el que se graduó de la escuela superior tuvo que posponer sus estudios universitarios para otro momento porque ya se había comprometido con su padre para ayudarlo con el negocio familiar en New York. Aun así, no fue problema, debido a que se graduó de la escuela superior a temprana edad, por lo que pudo ayudar a su padre en el negocio familiar y regresar a Puerto Rico a estudiar en la universidad a la edad de los 17 años.
Es evidente que la ambición lo consumía, fue una persona que siempre quiso lograr lo que le parecía imposible a los demás, por lo tanto, en su último año en la Universidad de Puerto Rico, donde estudió artes, solicitó a la escuela de Derecho de Harvard. Sin lugar a duda, fue aceptado en la prestigiosa institución, donde tuvo una gran desilusión en su primer año. Criticó el método pedagógico, pues entendía que el “método casuístico que se empleaba, creaba una barrera entre lo que él consideraba como fundamental del derecho, su “rico bagaje cultural del derecho, su fascinante historia, su teoría, tan cambiante en diversos tiempos, la diversidad de sus sistemas”.[8] En su segundo año en la escuela de derecho decidió tomar cursos de filosofía y literatura como oyente, las que luego pudo aprovechar para complementar sus estudios en jurisdicciones romances. Mientras que al mismo tiempo completó su maestría en filología y literaturas romances. No obstante, nunca detuvo su pasión por la escritura de poesía y ensayos, ya que “nunca vio la incompatibilidad entre el interés en la literatura y los idiomas y el ejercicio de la profesión de abogado”[9], puesto que para Trías Monge cada carrera se complementaba. Además, muy importante, Boston representa el lugar donde conoció el amor de su vida, la que sería su futura esposa y madre de sus hijos.
Ante su partida de Cambridge, tras culminar sus estudios graduados en Harvard, regresó a la isla, y se le ofreció una posición como instructor en el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico. Durante este tiempo, estudió para la reválida, la cual aprobaría para luego practicar la carrera en la Oficina de Administración de Precios en la División Legal. Al poco tiempo, decide realizar su doctorado en derecho en la Universidad de Yale, la principal rival de la escuela de sociología de Harvard. En ese momento ya contaba con dos pequeños infantes y su esposa, por lo cual le fue complicado dejarlos en Puerto Rico para partir a Estados Unidos a completar sus estudios. Aun así, siempre saco tiempo para su familia y su profesión, por lo cual, se recalca que el tener ambición no significa dejar todo atrás sino poder manejar el tiempo entre lo que realmente lo apasiona y hacía feliz.
Mientras completaba sus estudios doctorales en Yale, conoció a Luis Muñoz Marín, quien para entonces era el presidente del Senado de Puerto Rico. Su primer encuentro, “en el 1946, fue únicamente por razones académicas, puesto que le ayudaría con su tesis doctoral en el estudio y reforma de las ramas judicial y legislativa del Gobierno de Puerto Rico”.[10] José Trías Monge le rendía mucho respeto y admiración a la figura de Luis Muñoz Marín, lo describe como una persona de mucha presencia ya que “al entrar a un salón, un restorán o lugar público cualquiera su presencia era tal, tan impresionante…”[11]. En 1947, Trías Monge comienza a trabajar con Luis Muñoz Marín tras las amenazas contra la vida del Presidente del Senado.[12] Estos acontecimientos dieron hincapié a laborar junto al gabinete de Muñoz Marín tras las primeras elecciones generales donde el voto del pueblo de Puerto Rico escogió al primer gobernador puertorriqueño en el 1948. A partir del 1949, luego de la toma de posesión del nuevo gobernador, trabajó como subsecretario de Justicia y asesor constitucional del gobernador Luis Muñoz Marín, aunque a finales del mismo año renuncia al puesto de subsecretario de Justicia. Sin embargo, al mismo tiempo, a partir del 1947 comienza a “enseñar en la Escuela de Derecho, primero a tarea completa y luego limitado a una asignatura”.[13] También, ofrecía un curso de Teoría del Derecho en algunas ocasiones a estudiantes del Bachillerato en Artes”. Sin duda alguna, era una persona dedicada a la educación y el buen porvenir del futuro profesional de Puerto Rico. Decía que “la oportunidad de enseñar en la Universidad de Puerto Rico le brindó singulares alegrías”.[14]
Además de ser un educador, escritor, abogado y padre de familia también se destacó por ser uno de los padres de la Constitución de Puerto Rico. Debido a la fundación del Estado Libre Asociado de Puerto Rico se reunieron esfuerzos para implementar las tres ideas básicas, entre ellas: la adopción por el pueblo de Puerto Rico de su propia Constitución. El 17 de agosto de 1951 dio paso a la sesión inaugural de la Convención Constituyente de Puerto Rico, donde se repartieron los puestos de ésta. José Trías Monge fue miembro y se le encomendó el puesto de vicepresidente de la Comisión de Preámbulo, Ordenanzas y Enmiendas”.[15] Culminó el proceso el 25 de julio de 1952, cuando quedó oficialmente fundado el Estado Libre Asociado. Debido a su participación y desempeño es admirado y estudiado por muchos. Pues luego, trabajó como Secretario de Justicia durante muchos años, presidió el Tribunal Supremo de Puerto Rico, regresó a dar clases de derecho en la Universidad de Puerto Rico y trabajó por su cuenta en su bufete privado. Un hombre con un largo repertorio, indudablemente, una mente brillante y trabajadora.
A pesar de que su vida profesional fue una que dio mucho de qué hablar y admirar, por otro lado, se encontraba su familia. Junto a su esposa, tres hijos y amigos íntimos disfrutaba de grandes momentos. Momentos sencillos que lo ayudaban a descansar de la vida ajetreada, como viajar y conocer, contemplar el atardecer en su finca en Guaynabo junto a su esposa, escuchar el canto del coquí, practicar natación, escribir poesía, admirar las flores y animales y compartir la profesión que tanto amaba con sus hijos. Describe sus años de labor como “años de intensa actividad”[16], por lo que canalizaba las tensiones a través de la poesía y momentos con su familia.
En fin, luego de conocer más sobre su persona y desempeño profesional ¿podrá ser olvidada tan gran figura? Su recorrido profesional y personal llegó a impactar a un sinnúmero de personas, ya fuesen colegas, allegados y familia. Me parece muy poco probable, ya que se trata de quien protagonizó sucesos históricos en el entorno jurídico y político. ¿Será posible que la isla vuelva a ver crecer a alguna persona de tal calibre en el futuro no tan lejano? Nunca se diga nunca, esperemos que Puerto Rico vuelva a ver crecer a una persona tan dedicado al desarrollo y bienestar puertorriqueño.
[1] Trías Monge, Cómo Fue: Memorias, p. 12 (2005)
[2] Ibid. p. 29
[3] Ibid.
[4] Ibid. p. 15
[5] Ibid.
[6] Ibid.
[7] Ibid. p. 79
[8] Ibid. p. 95
[9] Ibid. p. 106
[10] Ibid. p. 117
[11] Ibid. p. 118
[12] Ibid. p. 133
[13] Ibid. p. 141
[14] Ibid. p. 142
[15] Ibid. p. 150
[16] Ibid. p. 256